Cuento

Todo un hombre

Por Gustavo Méndez Martínez

 

-¿Y qué me cuentas comadre, ya se le quitó a Manuelito la manía de narrar?

-¡Qué va! Todavía sigue con sus cosas. Figúrese que ayer llegó con cinco libros que había comprado. Pero es que no lo puedo creer, no lo puedo creer.

-Cálmese comadre, cálmese. Si usted me lo hubiera pedido, fíjese que ya ahorita tendríamos arreglada esta situación con su hijo. Yo siento mucha pena porque viera que mi marido y yo pensábamos que Manuelito sería un hombre de bien, se le veía desde chiquito lo abusado que era, lo entendido.

Llanto.

-Ay Ifigenia, no me digas. Lo hemos intentado todo, todo, pero ayer que llegué a la casa, después de haber ido a comprar las cosas para preparar las mañanitas a la Virgen, ¿se acuerda?, escuché un ruido, un ruido, ay, un tlac, tlac, tlac, tlac, tlac, violento, así, así.

-¿Y qué pasó después comadre?

-Pues que lo sorprendo con las manos ahí, ahí metidas –lloriqueo-, ay, haciendo ese cochino ruido. Y vieras que me echó una mirada fulminante; me quedé fría. ¡Soy una tonta, una tonta!

-¿Pues no ya le habían tirado esa máquina de escribir?

-No sé cómo le hizo Ifigenia; pero es que tenía otra, o la misma, no sé, no sé.

-¿En qué momento perdimos a ese muchacho? Tan guapo que es… Si usted me lo pidiera, en tres años veríamos a Manuelito convertido en todo un licenciado, en un abogado, o en un ingeniero, como mi cuñado que anda en un carrazo, si viera.

-¿Y cómo, cómo? Dígame que me muero de esta angustia.

-Pues lo primero que debemos hacer es tirar esa máquina, y sacarle todos sus libros.

-Estoy espantada, ¿cómo voy a atreverme yo a robarle a mi propio hijo?

-Cálmese, que usted no tiene porqué enterarse de nada, de nada. Déjemelo todo a mí y verá que un día pasará por aquí Manuelito convertido en

TODO UN HOMBRE.

Oscuridad. Recámara. Ronquido suave.

“Pero qué es lo que tenemos aquí; y dónde habrá puesto éste la máquina; acá, ya la veo; ¡ay!, está atornillada; ¡maldito muchacho!; me pregunto dónde pondrá sus libros…

Ronquido fuerte.

“¡Ay virgen de la purísima!, éste se va a despertar; tranquilízate Ifigenia por Dios; a ver, veamos –dedo recorriendo lomos de libros dispuestos sobre un librero-; todas estas cosas del demonio deberíamos quemarlas; si supieras Manuelito lo que me dijo el cura la otra vez, la de cosas que andas haciendo, y tú que ni te apareces por ahí; todo se ha tenido que enterar él que es tan bueno por otras bocas; hasta tu madre, tu madre está angustiada; ay, mi niño, te veo ahí, durmiendo, tu respiración suave, si pudiera platicarte quedo que mi marido no me toca, tiene muchos meses, muchos meses –dedos apretando el filo de una mesa de lámina-, desde que Atanardua se nos casó con ese desgraciado, es una bestia, no sé qué le vio; ay, si pudiera contarte mi problemas ¡y sólo me conformo con ayudarle a tu madre! –mano sobre vientre contraído-; está loca, nunca le hagas caso; cada día se hace más vieja, menopáusica; ¿no te has fijado?, no sale de la casa del cura; que según le hace la limpieza; qué digo, pero cómo te vas a fijar si estás metido aquí todo el día; me acuerdo cuando eras un muchachito y podía cargarte y luego que te fuiste creciendo tan rápido; un día me hablaste, me dijiste doña, doña Ifigenia, con esa voz que me supo a fruto maduro, que me pedías un encargo de la interesada de mi hija; ella te fue pervirtiendo, te traía estos libros y otros más, te presentó a no sé qué clase de gente; ay niño porqué no te rasuras esos pelos de la cara, pareces chango, mira qué bonito se ve Carlitos todo acicalado, pero bueno, me dijo el cura la otra vez que al parecer es puto; tú puedes hacer lo que quieras; eres tan –mujer sentada al borde de una cama-, tan…

Ronquido lánguido. Respiración angelical.

“Áspero, frío y distante; casi no hablas, pero falta que te hace; la culpa la tiene tu madre –mano recorriendo en viaje trémulo sábanas arrugadas-; la otra vez te vi bañándote en el patio de atrás, a manguerasos; yo no sé qué hace tu padre güevón que no arregla esa regadera; todo el día embarrado de aceite; que porque ese es su trabajo; como estaría bien que tu madre fuera coche para ver así le arregla algo; ya ni siquiera se acomoda el pelo, anda todo el día como chacha; pero mejor olvidémonos de esa loca ahora que estoy cerca, cerca de ti, cerca, tan cerca…

Uñas rasgando piel de muchacho pubescente. El muchacho relaja un brazo y lo lanza contra la nuca de la mujer intrusa. Chúpamelo, piensa.

-Más rápido.

-¡Gluap! Arhrhrhg, gluap, gluap… ay, espérame.

-No te detengas, ¡síguele!

Ruido de succión.

-Me voy a venir.

Ruido de succión más fuerte.

-¡Glup! Gluap, glup… ayshh, estás bien duro…

-¿Qué haces? Chúpamelo, puta.

-Sí, sí, sí, estás tan duro cabrón.

-Deja de hablar y chúpamelo. Y dilo.

-Gluaap, ¿quéee?

-Chúpamelo, cómetelo y dilo.

-Eres todo un hombre.

-Más fuerte.

-¡Eres todo un hombre!

-Me voy a venir.

-¡Eres todo un hombre!

Ruido chaquetero.

-Me voy a…

-¡¡Eres todo un hombre!!

-Me voy ahhh…

-¡¡¡Eres todo un hombre!!!

-¡Me voy!

-¡¡¡¡Todo un hombre!!!!

-¡¡Ahhh…!!

Silencio de un minuto.

-Lo que tienen que hacer

LAS MUJERES FRÍGIDAS.

-No me hables así.

-Yo te hablo como quiera. Y desde mañana sácale a mi mamá esa idea de la cabeza.

-¿Qué idea mi amor?

-No me llames así. Tú bien sabes.

-Pero es que todo el día me sale con ese cuento.

-Pues entretenla, a ver cómo le haces; mañas no te faltan.

-Corazón, no me hables así.

-Yo te hablo como quiera, y ya vete, que mañana tengo mucho trabajo.

Mirada sobre borrador de novela.

“Ese maldito esperpento nabokoviano; en qué momento me propuse mezclar postulados flaubertinos en una comedia de rancho, ¿y si la convierto en novela histórica? Debería seguir las recomendaciones de esos novelistas menores. Ahí está ese español, Marías, diciendo que lo mejor es traducir mucho, como Cortázar, y ese otro inglés, Amis, aconsejando, con qué derecho, que mejor empezar escribiendo sobre uno mismo. Pero es que no me sucede nada extraordinario. Aquí sólo me topo con locas e imbéciles. Como ese payaso del cura, en qué momento se me ocurrió preguntarle sobre Abraxas y los gnósticos. No puedo olvidar su cara de espanto, a leguas se nota que no tiene ni puta idea de nada.”

-Mi amor, ya me voy.

-Vete.

-¿Vengo mañana?

-No. Nunca más.

-Pero Manuel, soy una mujer sola, no…

Mano sosteniendo una última palabra.

-Haz que tu marido te toque. Tú sabes.

Mujer vaca saliendo por el vano de una ventana vacua.

“Lo único con lo que me tengo que conformar, con locas. Borges, no soy más que un

NERD ESCONDIDO EN SU RECÁMARA.”

De mañana. Ruido de golpes en una puerta.

-Sal de ahí, ¡ya!

-Estoy ocupado.

Tlac, tlac, tlac, tlac me lo pidiera, en tres años veríamos a Manuelito convertido en tlac, tlac, tlac, todo un licenciado, en un abogado, o en un ingenierp, como clas, clas, clas, ríiing, ingeniero, como tlac, tlac, tlac mi cuñado que anda em clas, clas, tlac, tlac, ríiing, anda en un carrazo

-Manuel Antonio, ¡deja de hacer ese ruido!

¡¡Tlac, tlac!! si vieeeEgfwegfvdf 24r4tgtvtgwrfc ¡¡Tlac, tlac!! snrfknfv343kdfd;

“He hecho un desastre.”

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