2008, un año que se fue en libros.

Aunque aún estoy en proceso de leer Guerra y paz, lectura por demás fascinante, hago un repaso de los libros que leí en 2008. Un total de 37 leídos por primera vez. Esta vez decidí no releer, esta año, sin proponérmelo, fui descubriendo autores diferentes.


Los mejores, y de autores leídos por vez primera:


Madame Bovary, Gustave Flaubert. Aparte de lo ya apuntado por Mario Vargas Llosa en “La orgía perpetua”, me quedo con la idea de uno de los mejores ejercicios literarios de literatura naturalista, esto es, una historia de amor en la que el narrador no juzga ni dictamina: nos muestra a los pobres personajes tan desgraciados como son. Emma, por momentos llegué a ser ella.



Conversación en La Catedral, Mario Vargas Llosa. Éste autor, heredero digno de Flaubert, regaló a las letras españolas una verdadera joya literaria. Un perfecto ejemplo de estilo bien manejado, de multiplicidad de voces que conversan con el lector, y más que nada, una auténtica inmersión en el texto es la sensación que me deja la complejísima estructura de la narración. Necesario leer veinte libros de literatura de calidad antes de aproximarse a ésta obra.



La ciudad y los perros, Mario Vargas Llosa. Aunque retrato de adolescentes, está escrito con madurez, crudeza y un excelente estilo que ya perfila una voz auténtica.



Antes que anochezca, Reinaldo Arenas. Más que una confesión, más que una simple autobiografía, un relato descarnado, visceral, cruel, cachondo y realista; y también, sin perder puntos literarios, una denuncia y una advertencia.



Martin Bauman, David Leavitt. Retrato de un soñador literario, neoyorquino, gay y judío a medias, y también, a través de sus extensas páginas, un relato sobre la relación tutor-pupilo y de las relaciones amorosas en tiempos de incertidumbre. La voz de una generación.


Solaris, Stanislaw Lem. Filosófico y reflexivo, sin quedarse en el panfleto puramente científico, es, en el fondo, una historia de amor que evita todo cliché romántico. Y por qué no decirlo, por momentos también, borgiano.



A sangre fría, Truman Capote. ¿Cómo escribir sobre un crimen atroz cometido contra toda una familia? A sangre fría. Sin emitir juicios de valor, el narrador de este relato novelístico perfila las personalidades de las víctimas y de los victimarios. Imprescindible en toda biblioteca digna.



Reunión tumultuosa, Tom Sharpe. La novela se va revelando, entre tanto acontecimiento increíble, como una carrera hacia la locura y la muerte; una perfecta construcción absurda, con un final climático no menos increíble, no menos hilarante.



La carretera, Cormac McCarthy. Mucho se dijo sobre McCarthy gracias a los hermanos Coen, y gracias a que a ésta le fue concedido el Pulitzer el año pasado. Bien merecido. McCarthy es un maestro, dueño de todo un estilo propio.



Recursos humanos, Antonio Ortuño. Escrita con mala leche, malos modales y malos pensamientos hacia el prójimo. Manual de guerrilla para la oficina.



Ensayo sobre la ceguera, José Saramago. Novela con sello de autor, revelándonos lo frágil que puede ser la vida si modificamos tan sólo uno de sus parámetros.



El Quijote, Miguel de Cervantes Saavedra. Clásico entre los clásicos, mientras lo leía, también me fui convirtiendo en uno más de sus autores.



La Virgen de los sicarios, Fernando Vallejo. Aunque de pocas páginas, apenas se va leyendo y ya vuelan las balas, corre la sangre y huele a la bilis con que está escrita la novela. Realismo puro, sucio y literario.



Retorno a Brideshead, Evelyn Waugh. Una auténtica revelación. Relato que transcurre entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial, escrito por un oficial de la armada inglesa que evoca días de esplendor y opulencia a través de los ojos de Charles Ryder, tomando como vía de escape el retrato de una acaudalada familia católica caída en decadencia; pero, sobre todo, una bella prosa.



Muerte en Venecia, Thomas Mann. ¿Quién no llega a enamorarse de Tadzio? Relato trágico de un pobre diablo, un Ícaro envejecido que ya llegó a Dédalo sin reconocerlo.


El túnel, Ernesto Sábato. Ejercicio de análisis introspectivo, de entre sus párrafos vamos siendo testigos de una obsesión enfermiza, ¿habrá una obsesión que no lo sea?



Ficciones, Jorge Luis Borges. No diré que cada una de sus piezas las entendí a cabalidad, pero sí es seguro que me divertí jugando con ellas.



Los que me defraudaron, autores nuevos y consagrados:


El amor en los tiempos del cólera, Gabriel García Márquez. Novelita de amor escrita para señoras que, con forme avanza, se va quedando corta. Los Nobel también escriben best-sellers.



Arráncame la vida, Ángeles Mastretta. Tantas eran las buenas referencias que tenía de ésta novela que, un poco más de la mitad, ya la quería tirar a la basura. Panfleto feminista.



El vino del estío, Ray Bradbury. Antes que nada, gracias a Crónicas Marcianas, Las doradas manzanas del sol y Farenheit 451, Bradbury es de mis preferidos. Pero debo ser justo, “El vino del estío” está bastante alejado de las tres joyas que mencioné primero. En ésta, la evocación del pasado, aunque con bella prosa mágica, no alcanza a cuajar, más bien embelesa.



Martin Dressler. Historia de un soñador americano, Steven Millhauser. Ésta novela es un buen ejemplo de un autor que tenía un excelente idea para convertir en novela pero que elije el camino más fácil y más corto, sin ejecución estilística ni estética, aunque alcanza un buen clímax al final. Le otorgaron el Pulitzer, pero, ¿por qué?



Sputnik, mi amor, Haruki Murakami. Mi primer acercamiento al escritor japonés en boga. Una pequeña desilusión, aunque reconozco una prosa exquisita, la trama se desarrolla con torpeza. Tal vez la novela funciona mejor si se inscribe dentro de un universo “murakamiano”, pero como elemento separado del todo, no funciona. Falta ver.



Los que se quedaron en el camino y permanecen en el limbo, pero que sin ser malos en el fondo, aun esperan una segunda oportunidad y revaloración.


La región más transparente, Calos Fuentes.

Mientras dan las nueve, Leo Perutz.

Super-Cannes, J. G. Ballard.

Bóvedas de acero y El sol desnudo, Isaac Asimov.

El amante de Janis Joplin y Balas de plata, Élmer Mendoza.

Queremos tanto a Glenda, Julio Cortázar.

Otra vez el mar, Reinaldo Arenas.

No es país para viejos, Cormac McCarthy

Lazarillo de Tormes.

Música de cañerías, Charles Bukowski.


Más un libro de cuentos selectos del maestro Herman Melville y un decisivo libro para conocer los secretos detrás de Madame Bovary, “La orgía perpetua” de Mario Vargas Llosa.

Comentarios

: ) ha dicho que…
Wuuuuooooo , leer , leeer , leeer , no hay nada mas satisfactorio que pasar el tiempo en una librería escogiendo la mejor lectura !

Vengo a dejar un abrazo y para este 2009 EXITOS !
Anónimo ha dicho que…
me parece excelente que compartas tu lectura, y yo tambien leo, pero debo admitir que no tanta novela, sino teatro y el diario...
escribo y tampoco soy reconocido, tu eres a partir de ahora un amigo.-blog de donde eres???
un abrazo

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