Cerrado hasta nuevo aviso

-Nada, que no hay forma –dice él.

-¿Cuánto tiempo lleva este tipo con el negocio cerrado? –pregunta aquel.

-Días, días. Antes publicaba casi cada tres días, luego cada semana, y ahora con qué nos encontramos, una puerta cerrada, el logotipo ahí al frente, con una simple nota: redacción, cerrado hasta nuevo aviso. Ahora no contesta el teléfono, ni los correos, nada.

-Hombre, y con eso nos quedamos entonces, con un subidón… maldito ascensor de mierda.

-¡Ja! Pues al gym macho.

-¿Deja de hablar como un gilipollas, quieres?

-Tú eres un gilipollas. ¡Tú comenzaste! –amenaza él a aquel con el dedo.

-Tu abuela que parió a tu madre. Yo hablo como se me pegue la regalada gana, y si no te gusta, puedes ir a ver ahorita si ya empolló la gallina…

-¡Shsst! ¡Cállate!

Ruidos extraños se dejan escuchar a través de la puerta de la oficina de La Puta Historia.

-Nada es, pues.

-Una rata, seguro.

-Tal vez.

-Ah qué tipo. ¿Toda una campaña de promoción en facebook, y ahora qué, nada?

-Se le secó el seso.

-No. Lo mató la envidia.

-¿Y ahora qué haremos?

-Tú no sé. Yo, pues creo que intentaré en otros lados… ¡Oh dios qué susto!

Él y aquel voltean la mirada hacia la puerta al escuchar unos golpes que rompen el silencio ambiental del corredor inhóspito del cuarto piso de un edificio mohoso del centro. Una hoja ¡mecanografiada! ven salir debajo del vano de la puerta cual si fuera un fax.

-¡Ja! ¡Joder tío, un fax del inframundo!

Aquel se apresura a recoger la hoja del piso, y hace ademán de alejarse hacia un rincón pero él lo detiene del hombro.

-Qué te crees pendejo, deja ver.

-Es sólo una hoja… yo… ¡Ey tú cobarde hijo de la puta romana sal de ese cubículo y enfrenta la puta realidad!

-¡Shsst! Deja ya de gritar maldito loco y dame esa hoja. Ya de por sí tus cuentos no valen nada. Creo que te está haciendo un favor en cerrar el blog.

-No ha cerrado el blog, tontuelo. Sólo dice hasta nuevo aviso.

-No me extraña… que no sepas escribir, ni siquiera lees bien –dice él en voz baja para sí mismo.

-Mira que te he escuchado, imbécil.

-Deja de hablar como si fueras español, fake! ¡Que sos un fake! Pero peor cuando te quieres pasar por argentino… eres una vergüenza andante.

-Al rato te rompo la jeta entera.

-Sí, me quedaré esperando. ¡Matanga! –dice él quitándole a aquel aquella hoja.

¡BUEN TRABAJO!

Gustavo Méndez Martínez ha escrito 1552 palabras; en la edición cambió 356 y borró 1428. ¡Buen trabajo!

El miércoles a las 14:35

Gustavo Méndez Martínez ha escrito 335 palabras; en la edición cambió 120 y borró 330. ¡Buen trabajo!

El jueves a las 23:33

Gustavo Méndez Martínez escribió 4628 palabras; en la edición cambió 3425 y borró 4628. ¡Buen trabajo!

El viernes a las 8:12

Gustavo Méndez Martínez escribió 1153 palabras y una letra; en la edición cambió la letra y borró 1159 [¿?]. ¡Buen trabajo!

El sábado a las 4:55

Gustavo Méndez Martínez tecleó 5 páginas; en la edición borró 4 y media. ¡Buen trabajo!

El domingo a las 9:02

-¡Argggg! ¡Puras pendejadas! ¡Maricón cobarde! ¡Joto de mierda!

-El poeta de los mercenarios pobres ha perdido la cordura. Hubiera traído mi celular con cámara de diez megapixeles.

-¡Brrrllll! El muy güevón ha transcrito todos sus post de facebook.

-Vámonos, antes de que Jack Torrence nos persiga con un hacha.

-Dos semanas sin publicar, ¡dos semanas! Y yo creído todo ese tiempo. Ya hasta había hablado con mi madre y mis hermanas de que sería publicado por en el célebre blog, y a este nefasto se le ocurre enloquecer. ¡A ver si transcribes la guía telefónica, maldito Jorge Bucay!

-Larguémonos de aquí y vámonos de marcha, ¿quieres?

-¡Otra vez malnacido fake!

Él y aquel se traban en cruenta pelea. Vuelan puños a mansalva. Difícil distinguir a cada uno. El pasillo resuena en ayes y aus. Otro fax se desliza por debajo el vano de la puerta.

“Al fin se han fundido en uno, en mi capricho. Me complace ser el Oz que expando su reinado del terror.”

-Mi mano, me doblaste mi mano. ¡Animal! ¿Con qué se supone que escribiré ahora?

-Con el culo. Te queda tan bien, cariño. –dice él.

-Pues bien. Me largo. No me sigas. Ahí te quedas con el bartleby.

-Con gusto. ¡Y tú, cobarde marica, a ver si un día dejas de hacerte la puñeta y abres la redacción!

Otro fax deslizado debajo del vano de la puerta. Él lo recoge y lo lee, con ánimos de emprender la retirada.

“¿Ya se fue? Entra y transcribe tal cual lo que ha sucedido. He abierto. No hagas ruido. Buen trabajo.”

Él regresa y entra la sala de redacción de La Puta Historia.

 bartleby

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