El Desorientado Iluminado

Hoy he cenado rápido: cuatro galletas de avena con coco y media taza de malteada de chocolate. Estando en la mesa me puse a recordar. Rebobine la memoria hacia atrás y adelante, como la economía de mi país, una y otra vez. He entrado a mi cuarto y me ha dado, de sorpresa, por escribir algo. Veo las limitaciones que a veces me pongo para postergar este proceso (llamémoslo así) y las paso por alto. Ya con los dedos en el teclado, he puesto a Mozart. Sí, al niño genio, coterráneo de El Inmortal. Pero estas no son las horas del que fuera reverenciado por Álex de Large una vez. Estas horas se las dedico a Mozart. He puesto un Allegro de su obra Piano # 9 Jeune Homme KV 271. Valga la ironía.

Ya no vivo solo. Tengo un compañero de cuarto al que intento ignorar. Me molesta que ría mientras ve un programa de Facundo retransmitido por Telehit. Quiero sentirme mal esta noche y construir castillos de naipes en el aire. Y quiero verlos caer también. Es que estos últimos días yo, Travis Barkley, me comportado de manera rara, ausente, inconforme. El fan que me encontró hace un par de días en un horrible Café del centro, mientras quería pasar desapercibido, me ha confundido. ¿De verdad creí que los halagos eran buenos? ¿De verdad consideré la posibilidad, si quiera una pequeña posibilidad, de que el encuentro debía ser algo bueno? –hago una pausa porque mi roommate ríe a carcajadas y eso me molesta, aunque un poco menos-.

Sucede que un día, un día de sol y enajenadas nubes marrones, decidí que ir a comer a un café era buena idea. Ya comiendo, mientras criticaba al presidente de la república en mis pensamientos, un sujeto me dirigió la palabra.

-E… ¿Eres Travis? ¿Verdad? –me dijo el sujeto extraño.

Me alarmé. ¿Cómo o de dónde podía conocerme? Le dije que, a falta de un clon que haya usurpado mi lugar, ese era mi nombre. Después preguntó por mi apellido y le contesté que ese era yo, exactamente. ¿Dónde nos conocimos? Le pregunté:

-Ahorita… Esteee… ¿Tu escribes en un blog? ¿La puta historia?

-Sí, yo publico allí. Sin intermediarios.

Le confirmé mi identidad aunque no me agradó la idea. Quería seguir siendo invisible, diáfano, como el humo de un cigarrillo sin filtro. Lo invité a sentarse y me dijo su nombre, se presentó al fin.

-Me encanta como escribes niño. De verdad. Esas extrañas palabras. Puedo ver que sufres, en la mirada, lo tienes, ese dolor. Te encontré yendo de una página a otra. De clic en clic –oh bien, pensé-.

Antes de seguir transcribiendo su monólogo, he decido substraer algunos enunciados. También, por respeto al idioma, he decido –coartando la libertad de expresión del sujeto-, reacomodar sus palabras.

Y antes de continuar vuelvo a hacer una larga pausa porque mi compañero de cuarto vuelve a reír con o causa de Facundo. Me molesta un poco menos que lo haga. Pero esta vez he decido voltear a la TV. Facundo está en un bar entrevistando a unos borrachos que parecen estar en la zona de la beautiful people de un antro. O el antro está una dimensión desconocida porque, de repente –aquel vuelve a reír de nuevo- todos los entrevistados hombres me parecen muy guapos, muy bonitos. Como los que espero conocer cuando vaya a la Argentina.

-¡No sabes! Déjame contarte. Yo acabo de terminar con mi novio. Lloré mucho, pero te encontré a ti. Y la verdad lo sé muy bien –hace o intenta hacer contacto visual- se qué siempre has estado porque Dios me ha dicho que tú has existido todo este tiempo para que tú y yo podamos estar juntos al fin. Leí lo que has escrito –trato de no verle a los ojos-, me encanta. Pero yo digo que no tienes porqué pasar por eso. Creo que como somos del mismo rol podemos entendernos muy bien. Yo sé que me dirás que sí. Dios me lo dijo.

Con todas las alarmas encendidas sólo esperaba la llegada de Guy Montag, pero su país debe estar muy lejos del mío porque nunca llegó con su manguera de petróleo a incinerar la versión personificada de un libro que bien podría llamarse así: “El Desorientado, Iluminado por Dios Mismo” –Facundo dice, a manera de conclusión, “dime cómo te diviertes y te diré quién eres”. Entrevistando a un par de tipos en el bar uno acusa a otro gritándole “¡ese wey es puto!”. Se arma la pelea y sacan a los dos del lugar. Ya afuera, sin avisar, el acusador le da un certero golpe en la nariz al supuesto puto. El camarógrafo filma la sangre que corre del agredido presunto puto mientras se pregunta y le pregunta éste a Facundo algo extrañado “¿qué le pasa wey?” La sangre ha manchado su camisa. Pero ninguno de los dos ha perdido el estilo, aun cuando han recordado que alguna vez fuimos simios, me siguen pareciendo guapos-.

Después, más palabras iguales y muy semejantes a lo que ya he transcrito de su monólogo (el libro que Guy Montag debería incendiar bien podría ser de ese género literario). Cuando le pregunté por cosas específicas sobre lo que he publicado en el blog casi no acertaba a ninguna respuesta. Terminó diciéndome esto:

-¡Oye! Te dejo mi cel por si quieres ser mi novio, si Dios quiere. Nunca cambies. Bye,

Creía que ese sujeto había sido una invención mía. Apareció de la nada, habló por mucho tiempo acerca de lo mimo sin ponerle atención a mis escasas preguntas y se fue así sin más. Resultó que sí, ya lo había inventado en una hoja de papel. Era un historia que había estado largos años perdida entre el escombro de párrafos, palabras y signos de puntuación creado por el sismo de mi incompetencia como escritor.

Hoy, me he sentido raro, ausente y extrañado. Hoy, un amigo me ha dado un consejo de un maestro al que no sé cuado podré leer aunque me muero de ganas (Spanbauer es su apellido): Toma tus debilidades y conviértelas en arte. ¡Si supiera cuáles son mis debilidades! ¡Si tan sólo pudieras reconocerlas!

Mi roommate ha reído de nuevo. También yo.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
muy bien, bastante bien, ésta me gustó bastante, vas mejorando
el estilo me pareció muy bien, bastante depurado y fluye de manera correcta y amena. tal vez fue demasiado rápido pero ya lo anunciabas desde el principio:
cené demasiado rápido: sin embargo creo que has avanzado
Яaƒ ha dicho que…
Me ha gustado...
Intuyo más que un relato recuperado de escombros... quizás un anhelo...

Es grato leerte de nuevo
Saludos
Axel Vique ha dicho que…
si no sabes tu cuales son tus debilidades, quién lo sabrá? salu2.
Anónimo ha dicho que…
esta muy bueno.....
AnaR ha dicho que…
Debilidades...todos tenemos algunas.Lo que no implica que seámos frágiles...

¡¡Caray!!que ganas de volver a leerte.Siempre me enternecen tus leras.

Un abrazo
AnaR ha dicho que…
Gracias por dar muestars de que, aunque sea intermitentemente, sigues cerca.

Abrazos
: ) ha dicho que…
Hacía buen tiempo que no pasaba por aquí ....
La " causalidad " me trajo nuevamente , hoy quiero sentirme triste .
Tus letras han removido detalles a mis debilidades , creo que se cuales son .
Gracias por estar.
Un abrazo .
Joel Langarika ha dicho que…
un abrazo! ya urgen nuevas letras tuyas. saludetes

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